lunes, 10 de diciembre de 2007

Cuando la “derrota” puede convertirse en victoria

Estas notas ya las he hecho circular por correo-e y en copias mano a mano. Las publico en el blog con el fin de estimular el debate más allá del entorno inmediato.


Por ahora…Cuando la “derrota” puede convertirse en victoria

La propuesta de reforma fue derrotada, pero eso no puede considerarse como una victoria de la llamada oposición. Ellos no tienen ni tenían propuesta (y parece que jamás la tendrán, sólo el odio a Chávez los unifica), y por eso al fin de cuentas no tienen vela en este entierro.

Además no se dan cuenta que esa votación de la opción del NO, no es de ellos. Nosotros si lo sabemos, ya que la oposición a duras penas logró movilizarse para cubrir las mesas electorales.

Gran parte de esa votación es del chavismo. O sea de los rojos-rojitos. De esos millones que por distintas razones decidieron no apoyar la propuesta, bien sea votando NO o simplemente no votando.

En el caso de Miranda podría estimarse en 270 mil los electores chavistas que prefirieron abstenerse, y unos 18 mil los que optaron por votar NO. Esas cifras las obtenemos al comparar la votación de 2006 con la del 2-D pasado.

Y en el caso de Los Salias casi 5 mil electores chavistas se abstuvieron y 729 votaron NO. Llama la atención el caso de Las Minas (Zona Industrial), sector tradicionalmente chavista, donde por primera vez la mayoría le dijo NO a la propuesta.

Pero esos no son votos de la oposición. Son votos de gente que en lo general apoyan a Chávez y al proceso revolucionario. Eso no lo podemos olvidar, porque esa gente es la que garantiza que seamos mayoría.

Por eso es una estupidez política calificarlos como traidores. No lo son. Tampoco diría con certeza que actuaron confundidos por una supuesta campaña opositora. Eso sería reconocerle unos méritos y una capacidad al antichavismo, que no tienen ni nunca tendrán. O, en el peor de los casos, sería equivalente a considerar que el pueblo chavista es idiota y puede ser manipulado fácilmente.

Ese pueblo en general asumió su posición conscientemente. Su decisión de abstenerse o de votar NO fue racional y muy bien pensada. Si hay alguna responsabilidad en términos políticos es de nosotros, los militantes y la dirección del PSUV. En una mayor o menos medida según la posición que ocupamos en la dirección de este proceso. De quienes no fuimos capaces de mantener la convicción sobre la opción de respaldo a la propuesta de reforma.

Si algo debe caracterizar a los revolucionarios es la capacidad de evaluar y cuestionar autocríticamente sus actuaciones en lo individual y en lo colectivo. Creo que este es el momento de hacerlo. Y esa crítica y autocrítica debe alcanzar todos los aspectos, tanto a la forma como se manejó la campaña como al mismo contenido de la propuesta de reforma sometida a referendo. Y tanto al desempeño propio y de nuestro batallón como al de nuestra dirección y nuestros líderes en todos los niveles.

En lo personal mi autocrítica se orienta a reconocer que no tuve un interés militante en cuestionar y oponerme a actuaciones e instrucciones que estaban abiertamente equivocadas. Ese era mi deber como militante revolucionario y vocero de mi batallón, y no lo cumplí con coraje o lo hice tímidamente.

Pero gracias a la crítica y autocrítica esta "derrota" podría realmente convertirse en la más contundente victoria cualitativa que corrija el rumbo y garantice el compromiso con la construcción del socialismo. Posiblemente estos golpes sean indispensables para llamar la atención e imponer una reflexión necesaria para identificar y enmendar los errores.

En este momento es imperativo abrir el debate. Eso abarca el análisis descarnado, abierto y sin temores sobre la ruta y la visión táctica del socialismo que queremos. ¿Cuales son los modelos tanto en lo político como en lo económico? ¿Queremos empresas estatales, mixtas o efectivamente en manos de la sociedad y de los trabajadores? ¿Es posible construir una hegemonía en lo ideológico y cultural si seguimos reproduciendo las opciones de vida del capitalismo?

Lo mismo es necesario decir sobre la organización de los revolucionarios. ¿Como evaluar el proceso de conformación del PSUV? ¿Donde queda el debate y la formación ideológica? ¿Queremos un partido sólo para hacer tareas o tareitas, como ir a marchas o caravanas y pintar pancartas? ¿O queremos un partido que realmente incida sobre su entorno social más inmediato? ¿Eso es posible con un modelo de organización donde "se baje la línea" sin discusión?

Convertir esta "derrota" en una victoria va a depender de que podemos abrir este debate. Aunque siempre es posible negarse a asumir la derrota con todas sus consecuencias.

Culpar a la CIA y a Globovisión es sumamente cómodo.

Para entender la “derrota:

Algunos elementos para entender lo que pasó son:


1) 1)Ausencia de dirección y debate político. En el chavismo no hay en este momento un espacio formal de debate político. Los partidos del chavismo desaparecieron hace 6 o 7 meses para darle paso al PSUV. Pero el PSUV aun no ha nacido, no existe. Por lo tanto ¿con cuales recursos se puede “conocer” al país en términos políticos, con visión estratégica y con una perspectiva nacional y no grupal, local o regional? Se dice que la campaña electoral y la acción comunicacional del chavismo fueron muy malas. Y eso es consecuencia de la falta de una dirección política donde se analizara y discutiera la actuación táctica con una perspectiva estratégica. Es verdad: “Sin teoría revolucionaria no hay revolución”


2) 2)Al PSUV lo mató (¡?) la reforma. Apenas iniciada la formación del PSUV a finales de julio y principios de agosto, se colocó en la agenda la reforma. Ahí no se discutió mas nada, solo la reforma. Pero eso se hizo en un entorno de desconfianza pues la gente no se conocía y nadie iba a debatir a fondo sobre la propuesta y muchos menos cuestionarla abiertamente. Eso nos impidió escuchar la opinión de la gente.


3) 3)A la reforma la mató el PSUV. Simultáneamente al PSUV se le pretendió exigir que asumiera la responsabilidad de la campaña por la reforma. Misión imposible. No solo no se había formado, sino que el modelo planteado fue de absoluto tutelaje por parte de las autoridades provisionales de cada región y utilizando para eso la estructura burocrática. Todo ello con el fin de controlar a los grupos preexistentes. Posiblemente eso era necesario, para evitar que el PSUV fuera más de lo mismo, pero los chavistas “realengos” (los que no eran de ningún grupo y que se integraron ante el llamado de Chávez), salieron espantados y en desbandada. Y los que siguen se mantuvieron a la expectativa y sin poder aportar mucho al debate y a la campaña por la reforma.

4) ¿Partido político o grupos de tareas? El trabajo político se limitó a la asignación de tareas o realización de actividades sin sentido y lógica aparente. (Seguramente si tenían sentido y lógica pero nosotros no las conocíamos) Por ejemplo asistir a actos públicos, inauguraciones, y otros eventos gubernamentales que no tenían que ver directamente con el PSUV ni con la campaña de la reforma.

5) “Burocratización” de las organizaciones de base. Desde el principio se impuso un excesivo formalismo en las actividades de los batallones. Eso no es malo en si, pero al dársele prioridad terminó por ahogar el impulso de la gente y la adecuación a las realidades concretas especialmente en una campaña electoral. Inclusive las estructuras propuestas por el mismo Chávez de los Batasos, Barrebases y Grambatasos, y simultáneamente los comandos Zamora, no respondían a la realidad de batallones que no tenían más de 10-15 militantes. Inclusive desde hace varias semanas hemos planteado la necesidad de que en Los Salias no haya más de 3 batallones.

6) Campaña de utilería. Lo normal en política es que las campañas electorales sean para ganar votos. Es decir convencer a los electores indecisos, a los otros, a que apoyen una propuesta. Por eso no se puede entender que muchos de los actos de campaña se hicieron para nosotros mismos, y específicamente para los batallones del PSUV. Ejemplos de esto fueron un recorrido de Chávez en los Valles del Tuy, un acto en Petare y la apertura de la autopista a Higuerote.

7) Verticalismo y seudo-tecnocratización de la política. La idea inicial con el PSUV es que fuera una organización profundamente democrática y horizontal. Y en ese sentido sería diferente a los partidos tradicionales. La forma de evadir esa visión es aparentar que la política es un asunto técnico: hay unos carajos arrechisimos metidos en una “sala situacional” con “mesas técnicas” quienes son los que tiene capacidad para tomar decisiones. Así lo haces vertical y solo se “baja línea”. En ese proceso obviamente se resiente el componente democrático, pero también las inmensas posibilidad creativas de la gente cuando trabaja y discute en colectivo. Dos, diez, cien cabezas piensan mejor que una.

Las amenazas de la derrota

El escenario planteado luego del 2-D conlleva amenazas para el proceso revolucionario. Algunas podrían ser:

1) La desaparición de la opción por el socialismo. La destrucción del capitalismo, y la construcción de una alternativa definidamente socialista, ocupan nítidamente el primer lugar de la agenda de la propuesta revolucionaria. La no aprobación de la reforma (promocionada como la ruta hacia el socialismo) podría llegar a interpretarse no como un desacuerdo con los aspectos concretos de la propuesta, sino como un rechazo a la opción socialista. Y como consecuencia surgirían dentro del chavismo posiciones que propondría desacelerar o desplazar la discusión sobre la construcción del socialismo. “El país no está maduro para el socialismo” (como si se tratara de la pubertad), o “el pueblo no entendió la propuesta y estaba confundido” (como si la gente fuera idiota), son frases que resumen e identifican esa tendencia.

2) La negociación con el capital emergente y los grupos socialdemócratas. La idea de la negociación está planteada y no precisamente con los actores políticos tradicionales. (No es que Chávez se va a sentar con Manuel Rosales, por Dios). La negociación ya se ha planteado abiertamente con sectores del capitalismo emergente que militan políticamente dentro del chavismo, quienes han afirmado que el modelo de las “empresas mixtas” (que no es socialismo, pero lo habían colado en la propuesta) se puede desarrollar pese a la desaprobación de la reforma. Allí entra el discurso de que “hay que comenzar a trabajar y producir”, y que debe haber un acercamiento con los factores políticos que apoyan la “justicia social” y la lucha contra la pobreza”

3) Espiral de errores de la dirección política. La derrota no es lo peor. Es la posibilidad de que como consecuencia de la derrota se generen en espiral y uno atrás del otro, errores en la conducción política del proceso. La falta de debate orgánico, la defensa de intereses grupales, las argumentaciones de defensa y cualquier actuación que pretende justificar y evadir responsabilidades en la derrota.

4) La no-construcción del partido de la Revolución. Ya la campaña por la reforma había desacelerado el esfuerzo de construcción del PSUV. De hecho el Congreso Fundacional se suspendió y aún no se escucha una fecha alternativa. En las últimas cuatro semanas solo se ha hablado del PSUV en función de la reforma, y no de la construcción del partido de la Revolución.

5) Fortalecimiento del clientelismo. Una justificación de la derrota apunta al abandono y debilitamiento de los programas sociales del gobierno. Eso podría generar un fortalecimiento del clientelismo con el fin supuesto de asegurar los votos en las elecciones regionales de 2008.


¿Qué hacer?

1) Formación ideológica para la construcción del socialismo. Hay que debatir abiertamente sobre el socialismo que queremos construir en Venezuela. Y en consecuencia sobre la ruta para su construcción. En este momento (véase la reforma) hay una inclinación a promover esquemas de empresas mixtas con aportes de capital privado y estatal. Hay que preguntarse si ese es el “socialismo” que queremos.

2) Renacimiento del PSUV como partido de la Revolución (no del gobierno). El PSUV debe reiniciar su conformación corrigiendo los errores preexistentes. Esta es una oportunidad para eso. Eso incluye la horizontalidad, la democracia interna, el debate de la línea política en las organizaciones de base, y especialmente la definición de que no es el partido del Gobierno sino el partido de la Revolución. Es decir lo normal e ideal es la existencia de tensiones y contradicciones dialécticas entre el partido y los gobernantes.

3) Construir experiencias socialistas en lo productivo y en lo cotidiano. El socialismo se construye en lo cotidiano. Es necesario promover experiencias productivas desde la sociedad (dirigidas por la sociedad, no por el Estado, aunque con apoyo del gobierno) que muestren como es el modelo económico que proponemos. Por ejemplo, mecanismos de distribución de alimentos a través de cooperativas de consumidores, servicios de transportes organizados por los usuarios, y hasta avanzar para que los ciudadanos tengamos presencia en la dirección de las empresas de servicios públicos estatizadas.

4) Convertir al PSUV en la contraloría revolucionaria del Estado y el gobierno. El partido debe controlar el desempeño eficiente del Estado y de las instancias de gobierno. Por lo tanto en modo alguno puede estar al servicio o bajo la dirección de los órganos de gobierno. No se trata de la llamada contraloría social, sino de un control político sobre los actos de gobierno.

5) El partido de la Revolución es guía de la sociedad. El partido debe abordar, analizar y proponer las soluciones para los distintos problemas que se presenten en la sociedad. Tanto en el plano nacional como en las instancias locales. El reto es contar con una estructura de debate y definiciones políticas que trasciendan al Estado y a los organismos de gobierno, con fin de promover actos de gobierno que respondan a los fines de la sociedad y de la construcción del socialismo, y no a los intereses de la burocracia estatal.

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